viernes, 26 de diciembre de 2008

La Ciudad Robada

Creo que ya al leer el título, el lector encontrará que este será un texto sobre la Ciudad de Buenos Aires. Tal vez un poco más suspicazmente, podrá entrever que por su clara analogía con el cuento “La Carta Robada” de Allan Poe, la cultura será su área de análisis.
Disparado por el spot “Festivales” de reciente difusión, se me ha hecho imprescindible hacer uso (y un poco de abuso) del derecho a réplica, aunque yo no forme parte directa de ninguno de los actores obvios: no soy Lombardi, ni tampoco soy artista, y (muy a mi pesar) no he ido a ninguno de los festivales allí promocionados. Pero sí he seguido día a día la gestión y recuerdo vivamente todo el escándalo cuando peligró la realización del BAFICI, luego del Festival de Tango, renuncias, recortes de presupuestos, bochornosas declaraciones del Jefe de Gobierno electo en pos de deslindar cualquier obligación.
Una vez más miro el spot “Festivales” y una frase me queda retumbando en la cabeza “...dónde los poetas florecieron en las plazas...”. ¿Es verdad? ¿Es acaso verdad o una loca imaginación de mi mente? ¿Las plazas? ¿Esas que están cerrando con rejas? ¿Con los poetas? ¿Cuáles? ¿Los mismos que afirman “Hoy vemos cómo el Ministerio de Cultura de la Ciudad gasta plata organizando festivales con artistas del exterior, mientras la producción local agoniza”? ¿Los que ven como su proyecto de ley con subsidios, exenciones y créditos duerme en la legislatura sin ser tratado? Y la diputada Urdapilleta da en el clavo cuando declara “Lo suyo es la continuidad de la política de (Darío) Lopérfido. Por cada evento que hace, a Lombardi no le importa si va gente o le interesa a alguien, el tema es que salga en el diario. Él hace todo para los medios. Por eso, este Régimen de Concertación Musical (así se llama el programa de subsidios, créditos y exenciones impositivas) al ministro no le interesa: porque es una iniciativa que promueve la política pública, que no tiene tanta prensa como esos espectáculos que a él tanto le gusta mostrar”. Pero ésto no termina aquí, porque el presupuesto para el área también se prevé alarmante, “El Ministerio de Cultura hizo desaparecer los presupuestos de los centros culturales y de los museos, salvo el de Arte Moderno. Sólo hay una proyección presupuestaria para la Usina de la Música -una obra que nunca se termina- y para el Colón, que ya es un papelón...” según explica la diputada.
¿Es que acaso somos todos tontos? ¿Cómo puede ser que en la cara nos digan que no hay presupuesto para nada, que Micchetti ha ido al 7% de las sesiones de la Legislatura, que ha habido voto doble, despidos, se ha arrasado la educación, la salud pública, el Teatro Colón y demás asuntos deleznables y que aun esté la gente aduciendo que todo sucede por culpa del Gobierno Nacional que no deja a Mauricio cumplir sus promesas? ¿Cómo es posible que haya inaugurado dos estaciones de subte que ya estaban construídas? ¿Y que aun habiendo disminuido su promesa de 40 km a 0 km lo hayamos dejado decir con la cara más dura que se ha visto en los últimos años que “la ampliación de subtes es el camino indicado para resolver los problemas de tránsito que sufren cotidianamente los pasajeros”?
Creo que durante mucho tiempo será un misterio como fue que alguien tan obsceno en sus faltas, grotesco en sus excusas y burdo en sus acciones, mantuvo el apoyo de las grandes masas que lo votaron. Cómo esa cantidad de porteños tan autodefinidos como perseverante, ingeniosa y astuta, fue incapaz de ver claramente que la evidencia estaba frente a sus ojos. Su fracaso reside en la suposición de que Mauricio Macri es honesto porque ha adquirido fama no desde la política, sino desde el empresariado y el éxito como presidente de uno de los clubes más populares. Él, su entorno y sus publicistas sabían de todo ésto, y lo utilizaron de la mejor forma. El bienpensante porteño, ha dejado escapar consideraciones obvias, demasiado visibles y tan evidentes; que se está embarcando en su autodestrucción.
No me interesa enredarme en análisis sobre la clase media, ya se han hecho suficientes y mucho mejores de los que yo podría delinear. Sólo me interesa remarcar que ésto no es producto de una sola clase. Él nunca escondió que es una persona sin escrúpulos; y me acerco peligrosamente al límite de no poder culparlo a él. ¿Se puede culpar a Morales Solá porque escribe una y otra vez denostando al gobierno nacional? ¿Se puede culpar a Lanata por ser un amarillista berreta? ¿Se puede culpar a Macri por hacer lo que su prontuario y sus modos dejaban ver? No. Porque siempre están las pruebas sobre la mesa. Porque no se han molestado más que lo que exige una mínima etiqueta en esconder sus mañas y aun así se las ha pasado inadvertidas. Y porque no hemos sabido explorar sus vetas, sus deficiencias y falencias, por más obvias que fueran.
Nunca fui capaz de adherir a la creencia popular de que cada pueblo tiene el gobierno que se merece, pero temo haber encontrado un ejemplo de tal frase que desde luego no hará trastabillar mi negación, pero al menos me dejará pensando. Y espero que al lector, también. Sólo así seremos capaces de identificarnos con la inteligencia del adversario y podremos derrotarlo empantanándolo en su propio razonamiento.

1 comentario:

  1. Al igual que a la rata de Anillaco, sospecho que lo votan por lo que hace, y no a pesar de lo que hace. Se festeja y premia al cinismo.

    ResponderEliminar